Cuando terminó la jornada de trabajo Maija y yo firmamos la hoja de salida a la misma hora y nos preparamos para el viaje. Casi ni hablamos en el micro. Teníamos que pasar todo el día siguiente en París sin volver a descansar más de lo que logremos dormir en esas 7 horas de viaje.
Cuando llegamos eran las 7 de la mañana y París estaba gris. La estación parecía descuidada y vieja. Los mapas con las famosas lucecitas no prendían así que era imposible ubicar las estaciones. Nos reímos de esa tecnología e improvisamos el camino. Fuimos a desayunar a mc donalds porque era la opción más rápida para conseguir wi fi. Aproveché para avisarle a Arturs que habíamos llegado y hablarle un ratito. Me mandó un mensaje de audio diciendo "whatever you do, don't have coffee in mc donalds" jaja.
Ni bien entramos en el metro vimos un cartel promocionando la exposición de Robert Mapplethorpe en el museo Rodin. Las dos obras comparadas, gigantes, en la pared de la estación. (Mapplethorpe-Rodin). Ya estoy en París. No lo podía creer. Y veníamos solo por una noche. Y podemos venir por una noche, cualquier otra noche. Qué cosa más extraña y hermosa.
Fuimos a un mercado y Maija alucinaba con los vinos y los quesos. Estaba tan linda con su sombrero negro y la sonrisa, y los ojos que observaban con fascinación cada esquina. Tal vez así yo la observaba a ella. Me veía a mí misma en su mirada, pero yo no miraba París, la veía a ella disfrutar de esa mundana felicidad que es cruzarse de ciudad en un colectivo y caminar por calles desconocidas.
Todo olía horrible. A pis. Mirábamos la vereda y nos preguntábamos por qué será que la gente en Paris está tan acostumbrada a que la vereda va a estar meada...Ya ni siquiera sorprende.. Y toda a esa agua por la calle de dónde sale? No parecía que iba a frenar. Había pequeños ríos que recorrían los adoquines. La gente simplemente esquivaba los charcos. Pero también doblabas la esquina, y la calle olía a flores. Flores por todos lados. Aire de flores.
Dias después Arturs me comentó cómo Maija describió el olor de Paris "everything smells like piss, or like flowers"
A la 1 Nos encontramos con Pali. Maija ya estaba cansada. En realidad desde la mañana. Nos costó encontrar un lugar donde almorzar. Era Domingo, y feriado. Después de comprar las entradas para la exposicón de Robert y Rodin, nos sentamos en un restaurant parisino, con las sillas a la calle y el sol que ahora brillaba intenso y caliente sobre nosotras.
Los precios carísimos, pero imposible encontrar otra cosa.
Entonces decís "al carajo" y pedimos lo que se nos antojó. Yo me di el gusto de comer un plato de spaguetti a la bolognesa en Paris. Mi forma de recordar "Blue is The Warmest Colour".
La exposición de Robert y Mapplethorpe tenía una curaduría perfecta. Todas las obras de ambos artistas comparadas con genialidad. Era muy interesante ver como con 100 años de diferencia, la carrera de ambos se unía en distintas creaciones. Pali sintió una especie de rechazo con la obra de Mapplethorpe, y en cambio disfrutó como la primera vez, las esculturas de Rodin. No disfrutó tanto de la oscuridad de Robert, cosa que Maija descubrió como un tesoro preciado. Algo que no había visto antes y que la movía desde muy profundo. Quedó muy impactada en especial con "White Gauze".
Después Pali nos llevó a recorrer los jardines del museo pasando por sus esculturas preferidas, y señalandonos los detalles que merecían atención. Ella sabe que es necesario que me lo muestre así. Después de haber ido juntas al Louvre el año pasado. Ella puede ver cosas que yo no. Puede apreciar cosas que yo no noto tan fácilmente. Me gusta caminar con ella y que me muestre las cosas increíbles que me pierdo por no mirar.
Mientras caminamos por los jardines del museo, distinguí el lugar exacto donde se filmó una de las escenas de Midnight in Paris, y después en el balcón trasero, otra más. Me saqué una foto parada ahí, como en la película. Después Pali y yo nos sacamos otra foto juntas delante del Pensador.
Pali mencionó todo el drama que vivimos en París algunos meses atrás, y me di cuenta que no lo tenía presente. Que era fácil estar ahí, disfrutando, sin intentar evitar que vuelva a ser triste y frustrante como la vez pasada. Porque era tan fácil saber que no iba a ser triste ni frustrante. Simplemente era. Fácil. Simple.
Como si realmente hubiera sanado todo lo que nos dolió tanto de esa experiencia. Y en París no había quedado ninguna cicatriz. París estaba ahí entera y hermosa. Siempre como en las películas.
La abracé y abracé a Maija.
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