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martes, 5 de mayo de 2015

El día que me iba a Buenos Aires, en el tren a Gatwick, abrí mi diario para escribir un poema (ya estaba leyendo Road Movies de Lee Ranaldo) y encontré una anotación que hice hace meses (años?) "llamar a la chica Patti Smith." La chica Patti Smith es Naida. La llamé. Cuando había hecho esa anotación en mi diario ni siquiera me acordaba su nombre pero tenía guardado su celular.
Esta vez, cuando la llamé, hablamos por largos minutos, como ahora siempre hacemos cada vez que hablamos (en realidad hablamos horas) pero el viaje a Gatwick duraba solo 30 minutos. Entonces hablamos un poco sobre cómo habían sido las últimas semanas en que no nos habíamos visto, y cómo andas? así y asá y qué andás haciendo? y cómo va eso que me contaste la otra vez?... y bueno todo así pero en inglés. Yo estaba sentada del lado de la ventanilla, con el libro cerrado sobre la mesa, mi portaminas marcando donde me había quedado, y yo mientras hablaba con Naida por teléfono sostuve mi mano en esa hoja que marqué el día que la conocí, para no olvidarme de volverla a ver.

Hubo algo tan normal de esa charla que me dieron unas ganas inmensas de llorar.
Mientras le decía que estaba en el tren rumbo al aeropuerto y que volvería en un mes, supe que dejaba una vida entera, mía, hecha, completa, incompleta, inconclusa más bien, pero enterita, a la que volvería en un mes.
No hablé con Naida otra vez hasta que volví a Londres.

Una semana después de mi llegada, ella me escribió un mensaje. "Ya estás de vuelta? estaba pensando en vos. nos vemos?"

Entonces ese día yo me había cortado el flequillo la madrugada anterior (en realidad a la madrugada me surgió una necesidad intensa de cortarme el flequillo, pero no encontré tijeras y era muy tarde para revolver todo mi cuarto, entonces me fui a dormir, y a la mañana encontré una tijera, y me lo corté). Estuve escribiendo un poco, y maquillándome, y comiendo alfajores, y después quedé con Naida en encontrarnos en su amado viejo café de Foyles, que había cerrado hace unos meses, pero volvió a abrir y ahora va a volver a cerrar pronto.

"Quiero que vengas y estés acá antes de que cierre" me había dicho. Tipo 4 de la tarde salí de casa, con nuevo look de rolinga londinense y caminé por el Soho hacia Foyles.
Antes de pasar por la puerta, alguien me llamó bruscamente desde atrás mío y dijo "esperá, antes de que te vayas te quería decir hola".
Era un chico alto rubio, no se si tenía una remera celeste o sus ojos eran celestes o ambos. Me puse colorada. Dije "gracias" y "hola". Tenía un pie ya en el primer escalón pero me dí vuelta, bajé, y hablé con él. Sentí que todo eso había pasado porque sí, por razones (no porque sí por nada). Por mi flequillo nuevo, porque afuera el sol brillaba, porque el café de Foyles estaba otra vez abierto, porque anoche no podía dormir por no poder esperar el día que venía después.
Entonces después subí la escalera colorada (yo, no la escalera) y la abracé a Naida y ella me dió un fuerte beso ruidoso en el cachete y me dijo "sos tan linda" y me abrazó y me apretó nuevamente.
Me presentó al chic que atendía en el café. Un chico que le gusta y que gusta de ella pero con el que nunca va a pasar nada (según sus palabras).

Pedí un café.
Le mostré a Naida mi polaroid. Parecida a la de Patti, y le conté que tenía entradas para el Glasto. Me miró como si nada de eso importara (en chiste) y dijo "que se ponga las pilas y nos invite a tomar un café"...
Después hablamos del amor, y del futuro, y de los cambios, y del trabajo, y de los amigos, y del arte, y de aprender a tocar la guitarra, y del café de Foyles.
Ella de vez en cuando se levantaba, iba atrás de la barra y le lavaba los platos a su amigo que estaba trabajando. Me dejaba sola de a ratitos, y yo chusmeaba su libro de "50 Shades of Grey" q se había comprado por £4 y leía pudorosamente. (siempre lo dejaba boca abajo para que nadie viera lo que estaba leyendo cuando lo apoyaba sobre la mesa). Yo abrí en una página al azar, y lloré de la risa, y ella mi miró y se rió también con las manos bajo la canilla y los guantes de goma amarillos.

Le saqué una polaroid. Unas polaroids. También una a ella y a su amigo que salió desenfocada. Se la regalé. Ella me sacó una también pero yo quedé casi fuera de cuadro.
Me ofreció quiche de verdura con tomates. Dije que no, pero cuando ella se trajo su porción, no pude resistirme. Le dije que sí quería. Entonces fue detrás de la barra, cortó una porción para mí, y me la trajo también, como su plato, con rodajas de tomate con sal y pimienta. Estaba riquísimo.

Empezaron a mover las mesas de café y a despejar el piso. "Van a bailar después" me dijo Naida, y de a poco empezaron a aparecer algunos personajes vestidos de forma peculiar, y usando zapatitos de baile, el piso era de madera, y se escuchaban los pasitos chiquitos sobre una música como de los '50. Un baile originario de San Franciso, me explicó una chica mientras hacíamos cola para ir al baño.

Fui a The Old Blue last, a ver unas bandas que tocaban gratis. Patrick me encontró más tarde. Yo estaba viendo un grupo que hacían música con batería y sintetizadores y había un solo chico que bailaba, como el de Future Islands (más sacado todavía) y todos los demás solo movían las cabezas al unísono, y en eso, entra Patrick por la puerta, venía de jugar al fútbol, tenía el pelo completamente revuelto y desaliñado, y parecía que había llegado corriendo, agitado. Entre el look de los músicos sobre el escenario (habia tocado una banda antes de rock psicodélico completamente lookeados al estilo setentas, calzas de leopardo, chalecos, el pelo largo y los ojos delineados), y los de abajo moviendo las cabezas (camperas de cuerpo, chupines de jean, y cervezas en la mano) Patrick desentonó inmediatamente. Me hizo reír. Necesitaba sentarse, entonces bajamos (En The Old Blue Last las bandas tocan en el piso de arriba). Pedimos unas cervezas y nos sentamos en una minúscula mesa de madera a charlar.

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