Faltan 2 días para el Glasto y siento que le estoy pegando la vuelta a algo.
Antes de venirme a Europa las imágenes más claras que tenía de lo que esperaba encontrarme acá, eran esas banderas a contraluz delante del escenario con forma de pirámide. Atardeceres naranjas, música en cámara lenta, y barro por todos lados.
Ya viví eso una vez. Fue espectacular en muchos sentidos aparte de lo que fue doloroso.
Despues de los 5 días más hippies de mi vida, ya había decidido que si había un lugar claramente para mí (en ese momento) en el mundo, era Londres.
Y no sabía si eso coincidía con la gente que me acompañaba en mi vida, pero yo estaba segura.
Días antes de ese primer festival al que fui, me había encontrado con una exposición de fotografía en medio de la calle. Una chica con pelo azul me contó sobre el proceso de realización de la muestra que exhibía junto con otros estudiantes de la carrera de una Universidad de la zona. Con solo mirar a esa gente, me daban ganas de pasar ahí mucho más tiempo de los 7 días de vacaciones que tenía en mis planes.
Ese día algo cambió y ya no tuve otra dirección que seguir más que esa.
Era claro, era obvio, era posible, era fácil, era apasionante.
Hace unos pocos días estaba llegando al laburo y mientras cruzaba la calle pense en esas banderas. Me di cuenta por primera vez en un año que iba a ir otra vez a ese festival que significó durante mucho tiempo, un sueño enorme por alcanzar. Estaba hablando con un amigo sobre festivales y me contó que en Letonia hacen uno muy lindo, tocan bandas buenísimas pero lo más impresionante es que de un lado tenes un bosque, y del otro, el mar. Busque fotos en internet. Wow. El bosque es de unos árboles rojizos con troncos altísimos donde el follaje crece muy lejos del suelo. Hay hamacas paraguayas colgadas a lo largo del bosque y al atravesarlo, la playa y el mar. Entonces mi amigo me dijo, vamos el año que viene. Y ahora me imagino todos juntos, todos los amigotes de Letonia, y yo, en un festival en el bosque. Me dijo que tiene amigos que viven en los alrededores asi que nos podríamos quedar gratis en alguna de sus casas.
Cómo me gustaría conocer el lugar de donde vienen estas hermosas personas que están cambiando mi vida de una manera de la que ni siquiera se dan cuenta.
Al Glasto vamos en auto, con 2 amigos de Arturs que van todos los años. Tenemos que salir muy temprano a la madrugada, y pasarlos a buscar por Bristol. Yo tengo preparado mi juego de mate para demostrar lo buena que soy copiloteando. Una lista infinita de música nos va a acompañar por la ruta. Y probablemente veamos el amanecer antes de llegar.
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