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domingo, 18 de mayo de 2014

Me desperté a eso de las 11 de la mañana después de dormir más o menos 3 horas. Domingo perfecto de principios de verano, habíamos quedado con Maija y Arturs que pasaríamos la tarde en Broadway Market y London Fields. Lo invité a Luis también y le mandé un mensaje a Pali, quien pasaba sus primeras noches en su nueva casa.
Desayuné, comí unas papas fritas con salsa tártara que habían quedado de la noche anterior porque no tengo un mango y no quiero gastar en el mercado. Preparé el Mate, me pegué una ducha y guardé la cámara en mi bolsa de The Kauri Tree. Después de dar varias vueltas por la casa, salimos a enoctrarnos con Pali en Newington Green, donde nos tomábamos el bondi a Broadway Market. Arturs llegó unos pocos minutos después que nosotros, con su camisa rosa, y sus lentes raros de sol, y su pelo al viento. You look like summer le dije.
El día estaba espectacular. Discutimos con Pali porque Luis y yo creíamos que parecía un domingo en Buenos Aires, y ella decía que nada que ver. Algunos compraron algo para cmer en los stands del mercado, y Arturs y yo nos guiamos por nuestra sed para comprar un enorme pedazo de sandía. Al ratito la vimos a Maija esperandonos en un banquito en la entrada de London Fields, escribiendo en su celular mensajes que yo estaba ignorando. Nos gritó que para qué teníamos celulares y después nos abrazó como le gusta abrazar a ella. Había estado nadando en la pileta de London Fields, y todavía tenía el pelo un poco húmedo. Tenía una camisola azul hippie, shorts de jean, y un collar de cuentas de madera.
A veces pienso que lo mejor que pude haber hecho en mi vida antes de hacer este viaje, es leer el libro de Patti. Y me encuentro acá escribiendo estos detalles que realmente amo poder verlos. Como el collar de madera de Maija, y pienso siempre en la marca de cigarrillo que Gregory Corso dejó en el sillón de Patti, y siento que todas nuestras vidas son igual de geniales e inspiradoras y llenas de tesoros, solo hay que saber ver.
El lugar no estaba repleto de gente, así que se podía disfrutar sin estar amontonados. Todo el mundo improvisaba barbacoas con esas parrillitas de aluminio que te venden en todos lados cuando sale un poco el sol, las mismas que vendían en el Glasto. La vista era genial. El parque todo iluminado, los árboles que brindaban refugios de sombra y el humo de las parrillas que impregnaban todo con olor a salchicha asada.
Maija compró frutillas, Luis botellas de agua, y elegimos un lugarcito en la sombra para charlar y comer fruta.
Después de todo este día lindo le comenté a Arturs mis observaciones. Creo que Luis se siente muy cómodo y felíz con nosotros. Más de lo que lo he visto disfrutar con nuestros otros amigos. Le hablé sobre esa diferencia de "elegir" de la nada gente con la que querés compartir tiempo, y gente que llega porque sí y se queda en tu vida, por distintos motivos, igual de maravillosos. Creo que Luis, al conocer a Arturs y a Maija dijo "yo quiero apsar más tiempo con estos pibes". Bueno, no creo, me lo dijo. Semanas atrás me pidió que la próxima vez que salgamos los 3, lo invite a él. Todo el día se dio con naturalidad, nadie intentó disfrutarlo, simplemente lo hicimos, porque la compañía era perfecta, porque era fácil estar todos ahí tirados en el pasto hablando de nada, o hablando de todo al mismo tiempo. Luis no es el tipo de persona que yo hubiera elegido así, con el dedo "quiero pasar tiempo con VOS". Y lo adoro tanto como es, y no cambiaría nada de todas las cosas que tenemos diferentes, y estoy tran agradecida por que esté en mi vida. Igual que las rarezas de Maija y la forma que ella tiene de ignorarlas, o de saberlas y aceptarlas. Me gusta la gente auténtica, que se muestra como es, y que se mezcla con los demás sin importar sus diferencias. Acá estaba nuestro chico IT tirado en el pasto con un par de bohemios, la loca que estudia Criminología en la facultad y mi hermana que hablaba de la gente asquerosa que se come los callos de los pies, y Arturs con sus lentes de espía que muestra orgullosamente diciendo que podés mirarle el culo a las chicas por la calle sin tenér que darte vuelta. Mientras, yo comía frutillas y hacía notas mentales.
Mirábamos a la gente pasar, todo el mundo vestido de forma distinta, pero inconfundiblemente veraniega. Vestidos floreados, chicas en bikini, enteritos, jardineros, sombreros de todo tipo. Cada uno con su forma de disfrutar el sol. Pocos días tan hermosos como este en el año, pero cada vez que hay uno, la gente parece tener algo preparado cerca de la puerta de su casa, para ponerse rápido y salir antes de que se acabe.
Al poco rato antes de irnos me empezó a agarrar un dolor de cabeza bastante molesto. Pensaba en las cervezas que me había tomado anoche, y tal vez había estado demasiado tiempo abajo del sol, o tal vez por no cmer bien ese día, incluso habiendo tomado alcohol la noche anterior, tal vez debía comer algo.
Nos fuimos y Arturs la alcanzó primero a Maija y después los demás fuimos a casa.
Me acordé de ese día con Nico en el colectivo, que me agarró el mismo dolor de golpe, muy fuerte, insoportable, tanto que me costaba hablar. No le dije nada ene se moemnto, pero estaba segura de que estaba ojeada. Cuando llegué a casa esa noche, y esta vez también, le mandé un mensaje diciéndole que creía que tenía el mal de ojo. Pali dice que estoy obsesionada con eso, que seguramente era la resaca, pero yo estaba casi segura.
Cuando llegamos a casa cerré las cortinas del living, me molestaba la luz. Casi no podía hablar, y ni siquiera me apetecía tomar agua. Pali me preparó un té que me molestaba hasta olerlo. Luis me fue a comprar ibufrofenos y calentó un poco de comida que le había sobrado de ayer. Arroz con salsa y salchichas. Casi pude probar bocado, pero lo intenté porque confiaba en que comer algo me haría sentir mejor. Pero cada vez que acercaba el tenedor a mi boca dudaba en que me haría peor. No quería dormir, pero no me podía mover. Me quedé inclinada sobre mis rodillas agarrándome la cabeza hasta que llegó Nico. Entro al living, saludó a todos y se fue al cuarto inmediatamente. En 30 segundos sentí como si todo el peso que me presionaba la cabeza se movía hacía un costado hasta salirse de mi cuerpo. Los miré a Arturs y a Pali, a punto de reírme pero no quise decir nada por miedo a estar imaginándome todo. Nico fue corriedo al baño y escuchábamos algo que nos pareció que estaba vomitando. Yo me agarré la cara y me puse a llorar. Sabía que me había curado. Y todos los habían visto. No es la primera vez que me cura, pero es la primera vez que lo siento, que reconozco cuando está pasando. Como esa vez que curó a mi tía y ella, estando a kilómetros de distancia de él, me dijo "Nico me está curando en este momento, puedo sentirlo".
"Te tenés que cuidar de la gente, So" me dijo Nico preocupado.
Me quedaba un dolor de cabeza que se empezó a ir de a poco y un poco de náuseas pero en 10 minutos me terminé el plato de comida y me tomé el té.

Después mientras se me pasaba el dolor de cabeza, le mostré a Nico y a Arturs las conversaciones que Allen Ginsberg guardó en sus diarios con Lucien Carr en sus años en Columbia.
Los dos debatiendo sobre qué es el arte, y cada uno con una posición distinta, incluso sobre la discución en sí. Allen tan pacífico y diplomático, más que demostrar su punto de vista, parecía concentrado en realmente entender qué es el Arte. Si él tenía la respuesta o si era Lucien Carr el que estaba en lo cierto, hubiera podido reconocerlo cn humildad.
Hermoso y sabio Allen, parecía un buda cuando amaba incluso los insultos que el soberbio e infantil Lucien le escupía, los amaba tanto como para escribirlos en sus diarios.
Más tarde hablamos con Arturs de lo que había pasado y me dijo que no se sorprendió. Que ahora entendía que lo primero que había visto en Nico era que tenía un poder especial. No sabía cuál, pero lo veía en sus ojos. Y ahora lo entendía. Cree que él tiene la capacidad de ver cosas que otros no ven. "Su forma de mirar es distinta" dijo. Recordé la primera impresión que yo tuve de su mirada. Fue hace tanto tiempo, parece como si hubiera sido hace tanto. Pero lo recordé, y era eso.
Hablamos de numerología, del poder del ser humano, de las responsabilidades y peligros que vienen acompañado de ese poder. Cuando ya me sentí mejor salimos a caminar por Stokey y disfrutamos de la primer noche calurosa del año. Hablamos de todo eso y miles de cosas más.
Del amor, de las desiciones que uno toma, de ser libres, del desapego, de la costumbre, de la muerte, de la vida.

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