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domingo, 18 de enero de 2015

Stokey me recuerda todo lo que amé de esta ciudad desde que me dí cuenta que la podía vivir además de visitar. Y como siempre supe pero a veces olvido, no te podés escapar de vos mismo. Estés donde estés tus fracasos y tus éxitos se encuentran dentro de tu propio cuerpo, van con vos a donde vayas, y aunque lo nuevo distraiga, la rutina siempre te encuentra con vos mismo otra vez. Porque te moviste pero no te fuiste de vos, jamás te fuiste de vos, jamás podras escaparte de vos. Entonces acá, el barrio donde me desperté miles de veces con más realidades que sueños, el sol se escapa entre las nubes e intensifica el naranja de las paredes, los ladrillos que recrean la hora mágica a cualquier hora. Acá, el barrio donde caminando a la madrugada volviendo a casa después de trabajar como nunca, felíz o no con cada segundo de mis días pero felíz, sí, siempre, con mi decisión de intentarlo todo, de creer, de ofrecerme, de abrirme, de tropezar, de llorar, de querer volver, de querer quedarme. Saldo negativo en el banco y la fuente de magia es infinitamente inagotable. Tal vez hablo de plata porque me he encontrado conscientemente escapando de actitudes consumistas y superficiales (mías y de quienes me rodean) y no hay nada más liberador que entender que la felicidad es gratuita, accesible y abundante. Porque sí, porque soy libre, elijo estas calles para recordarme a mí, para saber siempre lo fácil que es sonreír cuando el sol te toca la piel, o la lluvia ilumina el asfalto. Los cerezos van a florecer pronto y el romero silvestre perfumará la vereda y yo, sin tiempo pero con la cabeza llena de ideas. No me arrepiento de nada y aprendo cada día aprendo y esto no para y al inmenso mundo lo veo girar desde la vereda en Stokey y pienso que todo está a nuestra disposición y yo, que solo soy presa de mi misma, soy libre de todo lo demás. Sigue girando.

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