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martes, 26 de agosto de 2014

Vimos "Lilting" en Rio Cinema
La película es un claro reflejo de lo que sucede culturalmente en Londres. Idiomas y tradiciones colisionando constantemente. Ninguna se anula entre sí, el mundo está expuesto, acá está todo y están todos. Se fuerzan los límites hasta que se derrumban. Y cada uno encuentra un rincón en el espacio donde puede hablar su propio idioma, aunque sea consigo mismo, y simplemente ser.

Hong Khau nació en Camboya pero ya es prácticamente un londinense. Su película tiene un poco de todo eso. Un estilo oriental innegable, en los ritmos, los planos y las formas narrativas. Y a la vez, esa libertad que le obliga a Oriente a abrirse. Le pide a gritos a esa madre, que se afloje, que se abra, que se libere. Su hijo es homosexual. Su hijo es homosexual. Su novio es ingles, y ellos se aman, y ellos se entienden. Viven en un pequeño departamento en Londres y van casi siempre al mismo café. Él fríe el bacon con palitos chinos. Ya no recuerda otra forma posible de hacerlo. En la habitación, todavía siente su olor.
Y ella también, es la única que también siente su olor en la habitación.

La expresión en el rostro de Pei-Pei Cheng (la madre) es una cosa maravillosa. Si necesitaban una actriz que responda a las necesidades del silencio en pantalla, no podrían haber elegido mejor.
Recuerdo estar sentada en la butaca de Rio Cinema, y de golpe, una puñalada dulce al corazón me hizo llorar en silencio. Y pensé “este guión es perfecto, es perfecto”
Después caminé por las calles de Londres. A la noche los pocos lugares que permanecen abiertos son los clubes turcos, casi siempre tienen unos escalones para abajo, y el local es subterráneo. Siempre se puede ver desde la vereda alguna mesa de pool y parecen suspendidos en el tiempo, con una atmósfera setentosa, la luz es verdosa.

Al otro día entré en un pequeño café en una esquina, sabíamos que en esa esquina antes no estaba ese café, y le preguntamos al chico que nos atendió y nos dijo “abrimos hace un mes. vamos a empezar a servir comida dentro de poco, recetas nuestras egipcias, creemos que a la gente le va a interesar, es diferente”

Unos días después Naida, la chica que conocimos en el recital de poesía de Patti hace un año, nos invitó a conocer un lugar en Camden que a ella le encanta. My Village Cafe. El lugar adentro parece una cueva de cuento. Oscuro pero cálido. Con lámparas de colores y almohadones por el piso y mesas y bancos hechos con maderas y troncos, telas de colores, poemas en las paredes, libros viejos en estantes y más más cosas lindas. Los dueños son de Kurdistan. Cuando llegamos el chico detrás del mostrador nos empezó a dar de probar un montón de cosas por si no sabíamos qué pedir. La sopa del día, el chocolate picante y un jugo de banana. Terminamos pidiendo un plato vegetariano con todo tipo de vegetales coloridos, humus y otras cosas que no se qué eran pero era rico. También esa sopa que probamos, y de postre no nos pudimos negar al Brown Banana, ese jugo hecho con banana, chocolate y hielo licuados.
Con Naida todo es lindo. Ella siempre sonríe cuando está con nosotros, dice que la hacemos sonreír. Y cuando me saco una foto con ella, siempre me da un beso en el cachete y dice al aire "no se por que quiero besarla!" Nico se ríe y saca las fotos. Naida se hace la loca moviéndose el pelo y cambiando de pose y proponiendo distintas fotos. Hablamos de arte y de la vida. De mudarnos, de preocupaciones, de música, de comida, de la gente, de flatmates que no lavan los platos y del mundo.
Siempre que nos encontramos con ella, algo pasa relacionado con Patti. La vez anterior nos habíamos enterado que Patti volvía a tocar en unos meses, y por casualidad pensó en nosotros y yo en ella y nos vimos, y hablamos de Patti un poquito comop siempre. Ella siempre dice que cuando Patti nos va a llamar para tomarse un cafe con nosotros. Dice que no va a ir más a sus recitales. Que ya no lo siente. Pero bueno tal vez con nosotros sí iría... Pero ella siente que el próximo paso es el café...

Ese día justo habíamos comprado una postal con una foto de Patti y un libro de fotografías en blanco y negro, de unos conciertos hace no muchos años, ya tiene el pelo largo y gris en esas fotos.
Mientras Naida miraba las fotos, yo saqué una foto de ella, con el pelo cayéndo sobre la mesa y las hojas y casi que parecía Patti.
Siempre parece Patti cuando se acerca a mí caminando a encontrarme en un abrazo.

Después vino uno de los dueños del lugar y le llamó la atención el libro. Empezó a mirarlo fascinado con las imágenes pero le preguntamos y él no sabía quién era Patti. Entonces le contamos y nos escuchó nuestra historia como si le encantara aprender cosas nuevas sobre el mundo, y nos dijo que hacía poco había visto un documental increíble sobre la cultura musical gitana. La película se llama "Where the road bends" y sigue un grupo de gitanos en una gira tocando en distintas partes de Estados Unidos y los muestra en sus hogares en India, España, Macedonia y Rumania. Nos contaba esomientras los ojos que le brillaban, completamente convencido de que deberíamos ver la película, que nos encantaría. Anoté el título en mi celular luego de que él me insistiera que "lo buscara en mi aparato". Siguió mirando el libro admirando las fotografías. Me gustó que disfrutara del trabajo del fotógrafo sin conocer al sujeto. Estaba tan contento e intrometido en nuestras cosas... Mientras él hablaba sin parar en ese inglés rústico pero suficiente, pensaba en mis ojos como una cámara, y que todo el mundo tiene que ver esto, lo que pasa, lo que es la gente, lo que es vivir en esta ciudad. Y en silencio me sentí agradecida con Naida y con la vida, por mostrarme todas estas cosas que desconocía. Después de charlar un rato con nosotros cerró el libro, lo dejó acomodado sobre la mesa y se retiró sonriendo.

Llovía y paraba y salía el sol, y la luz que entraba por las ventanas cambiaba todo el tiempo. Antes de irnos encontré un pin sobre el mostrador que vendían con un papelito que explicaba las reglas de un juego. "Talk to me, I'll talk to you" decía en letras blancas sobre un fondo celeste, y en las instrucciones invitaba a respetuosamente iniciar conversaciones con extraños en cualquier situación y espacio sin esperar nada más a cambio que el compartir, eso, una conversación. Lo agarré y me lo guardé, otra vez, con amor, enamorada, de todo.

Caminamos a la parada de colectivo, y en el camino me compré un sombrero igual al que perdí ese día en Oxfor Circus después de la primera vez que compartí un café con Dean Chalkley. Nico y Naida se probaron el sombrero y nos sacamos fotos, todos usando el sombrero, y yo estaba feliz porque sabía que me venía re bien para los dias de lluvia. Mientras íbamos en el colectivo, por esta ciudad tan nuestra de la que jamás seremos dueños, me sentí tan liviana.

Después compramos rollos blanco y negro en Carnaby Street y fuimos a ver a Kurt Vile tocar en un pequeño teatro sus canciones con su guitarra acústica y sus rulos rebeldes sobre su cara, y sus chistes entre tema y tema, es gracioso. El show fue aburrido y me fui atrás de todo. Le gente se veía linda, parada disfrutando el concierto, tomando una cerveza en ese lugar, derritiéndose del calor del amontonamiento de gente y yo cómoda ahí sentada en la alfombra roja mandándome mensajes con un chico nacido en Londres pero de familia Pakistaní, que conocí en The Lexington el día anterior.

Me acuerdo que esa noche estabamos con mi hermana, charlando con distintos chicos que después se iban, y después volvían, y había uno en particular que le gustaba mucho a mi hermana, pero era obvio que el pibe no le iba a pedir nunca el número ni nada, porque hacen eso, los pibes asá hacen eso. Entonces después, porque sí, terminamos hablando con todos ellos, desconocidos entre sí, debatiendo por qué los europeos son tan nabos que ni piden el número a una chica que les gusta? Y uno decía, lo que yo sospechaba, que hay tanta gente en Londres, que para qué, si la semana siguiente vas a conocer otra, otras muchas... Y otro chico, británico, decía que por qué el chico tiene que pedir el número, y le preguntaba a mi hermana, ahora que se fue, por qué no vas a y le decís "che este es mi numero" y yo le decía: "pero no ves que al irte ya estás diciendo algo? ya estas diciendo "no me interesa volver a verte" por qué correría atrás tuyo a darte mi número?" La idea no es que el hombre tiene que dar la iniciativa, pero acá lo que pasa es que dan la falsa idea de no estar interesados, cuando, como dijo este nabo ingles, lo que quieren es que cuando se den vuelta, la chica vaya atrás y si está interesada le de su número y le pida que lo llame. Que forma perversa y aburrida y tonta. Y falsa, sobre todo falsa. Pero mejor volvamos a lo lindo de Londres, no a la falsedad, que me aburre y me cansa.

Ayer nuestra amiga Lituana, Silvija, que vivio en casa durante un mes haciendo couchsurfing y uso de nuestro sillón rojo, nos invitó a su casa para una fiesta de helados a las 10 de la mañana. "Solo para argentinos adorables" dijo y nos invitó a Nico, a Luis y a mí. Luis estaba en Suecia con su hermana.
Era feriado de carnaval, llovia y estaba todo gris como en invierno, y el olor a calle mojada era perfecto para la mañana. Nos compramos un café y caminamos a su casa. Ni bien Silvija abrió la puerta y entramos, nos enamorados perdidamente de la casa. El piso de madera vieja y los escalones de la escalera cubiertos de alfombra gris. La cocina, cuyas ventanas daban al jardín empapado cubierto de flores y árboles frutales, estaba bañada de la luz que entraba por el techo de vidrio. La lluvia caía sobre nuestras cabezas. Era puro silencio. Ruido a silencio y a lluvia. Silvija sonreía porque sabía que nos iba a encantar.
Preparó 3 potes de helado con caramelo y sirvió distintas frutas en fuentes, y le pidió a Nico que cortara un ananá en rodajas y también preparó té. Yo pensaba que esta combinación de helado + té a las 10 de la mañana en un día lluvioso en Londres solo podía vivirlo por haber conocido a Silvija. Ella se reía y hablaba en su voz bajita y dulce como una niña. Cuando ya estábamos en la mesa comiendo kiwi con cucharitas y helado casi de dulce de leche, trajo para mostrarnos las tarjetas que diseñó para vender en negocios anticuarios. Saca los diseños de "Public Domain" una fuente de material gratuita que invita a utilizar imágenes de libros antiguos sin costo alguno. Las tarjetas son hermosas, sobre papel transparente, y tan delicadas como un objeto antiguo. Ella quería que nosotros jugáramos con ellas, que le demos nuestra opinión y así poder evaluar su proyecto. Como todos nuestros amigos impulsivos y aventuros, se acaba de comprar un pasaje a Nueva York. Porque si, porque habló con un chico en una feria que le dijo que ella tendría que ir a Nueva York con esta idea, que ahí estaba toda la gente a la que le podía interesar algo así y los proyectos de imprenta más modernos y vanguardistas del mundo. Entonces ella riéndose de haber gastando hasta su último centavo, nos dijo que ya no necesitaba encontrar otra habitación en Londres, porque se iba a Nueva York por un mes, que después cuando volviera vería....

Unos días atrás, mientras comíamos un desayuno inglés vegetariano con Ceci, me contó que todos sus proyectos laborales se le estaban cayendo, justo en el momento en que otros dramas personales aparecían uno atrás del otro sin dejarla respirar. Pero como todo en la vida, pasa por algo, y como todo en la vida se soluciona, y como ella piensa todo en la vida necesita espacio, igual siguió adelante con su idea de acudir a un curso dictado por Susan Powell en Tenerife. Tenía el pasaje ya, pero solo 50euros para estar 8 días... Ella se reía y a mí me daban ganas de llorar de lo inspiradora que es. Dijo que había estado tratando de ubicar a alguien de los alrededores que le pudiera brindar una cama y un techo a cambio de ayuda en su negocio, o algo por el estilo Es que si... de alguna forma, se puede...

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