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jueves, 24 de septiembre de 2015

Pensé que iba a sentirme extraña.
Pensé que después de acostumbrarme a estar en mundos raros y nuevos
El suyo iba a ser demasiado raro
Y demasiado nuevo.
Pero algo que no sé explicar
ni nombrar
Nos acompañó por ese camino de arena
Entre los árboles
Hasta el mar
Y al sentir la brisa revolviéndonos el pelo
ya no hubo idiomas distintos entre nosotros
Todos hablaban y yo sonreía
Los sonidos no me tocaban
Las palabras no me decían nada
En cambio
La luz en la mirada de su abuela Indonesa
Y él asintiendo encantado repitiendo lo hermosa que es
Algo en ese sol frío en la playa
O el fuego explotando en pequeñas estrellas contra el vidrio de los vasos de cerveza
Algo en esas manos que sellaron con las mías el primero de futuros encuentros
Fue tan simple y fácil
Como enamorarse
Simple y fácil como
Reconocer entre otros ojos los ojos de quien te va a mirar cada mañana
de aquí en adelante
Simple y
Fácil.
Entonces mientras él fumaba y hablaba con sus compañeros de mundo
De vez en cuando
Giraba y volvía al nuestro
Como si todos fueran ajenos
Como si fuera una burbuja impenetrable
Y todo lo extraño que pasara más allá de nuestros límites invisibles
No pudiera afectarnos.
No existieron ya memorias colectivas desconocidas
Ni expresiones intraducibles
No existieron ya pasados borrosos
Ni moralidades
Ni religiones
Ni identidades
Un mundo
Que jamás será nuevo, jamás será extraño
Nunca antes me había sentido dueña, poseedora
De algo tan inabarcable
Como un mundo aparte
Así, tan nuestro.

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