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martes, 15 de septiembre de 2015

En el interior de su brazo tatuado "true love waits". 
Y tal vez es cierto que el amor verdadero espera. 
Espera durante años de turbulencias, de pieles frías, de fantasías. 
Espera durante días enteros de lujuria y durante todos los días que tarde en sanar la muerte de un holograma. 
Espera a través de remolinos. 
Y después, cuando la piel quema, se anuncia, llega. 
Le toco las manos y están calientes. 
Haga frío o calor, en el subte o bajo la lluvia, al levantarse o mientras mira una película. 
Le toco las manos y están calientes. 
Aunque las mías estén tibias, o heladas, las suyas siempre queman. 
Me recuerdan a mi propio cuerpo afiebrado cuando era chica. 
Entonces, me acordé de un juego. 
Lo jugábamos con mis hermanos y nuestras vecinas, Jazmín y Mara. 
Una versión metafísica del Memotest. 
Desparramábamos las piezas en el suelo y levantábamos una. Había que encontrar su par. 
Entonces tocábamos con los dedos todas las demás piezas, hasta encontrar la que quemaba. 
La más caliente de todas, era la que buscábamos. 
Y siempre, siempre funcionaba. 
En cada uno de los turnos, nos observábamos entre nosotros tocar las piezas y siempre, encontrar su gemela midiendo la temperatura con la yema de los dedos. 
Sus manos están más calientes que todas las que he tocado. 

Hace poco vi en una película una escena en donde él le pregunta a ella "sentís que todo en tu vida pasó para estar acá en este momento ahora? Sentís que todo lo que hiciste y todo lo que te pasó te trajo hasta hoy?". 
Estaba asumiendo que si la respuesta era "sí" entonces había encontrado el amor. 
Ahora me acuerdo de estar jugando al memotest con mis hermanos, y le miro los ojos cambiar de color con el sol, o con la lluvia, y pienso que todo me trajo hasta acá. 
-Y la yema de los dedos te recorren, y a veces vuelvo a decir, "estás caliente" y siempre pienso que te encontré. 

Cuando tenía 18 años me besé con un chico mucho rato. 
Solo recuerdo su tatuaje en el brazo "true love waits". 
Siempre lo quise volver a ver pero jamás supe su nombre. 
Ayer Frank me dijo que al mirar el tatuaje en su brazo, extraña mi cabeza apoyada en él. 
Que especial que el tatuaje diga "wish you were here". 
Yo lo miro y pienso: True love waits. 

Frank es alguien totalmente distinto, de lo que siempre tuve, pero es todo mi pasado en un par de ojos que cambian de color con el sol y con la lluvia. 
La primera noche que trabajé con él, soñé que hacíamos el amor. 
Me costó volver a mirarlo. Me extrañó también. 
Jamás había pensado siquiera en que me atraía. 
Se apareció en el sueño así sin avisar. 
Me acuerdo claramente de su cara y nada más. 
Pero pronto puse a un lado ese sueño y no me volvió a incomodar. 
Aunque nos veíamos todos los días, no lo volví a ver hasta un tiempo después. 
Unos meses más tarde noté que me reía con él más que con nadie. 
A veces me costaba concentrarme y no podía trabajar de la risa. 

Recuerdo cuando era chica estaba obsesionada con un nene llamado Matías. Teníamos 8. 
Él era el payaso de la clase. 
Y yo había decidido que me iba a enamorar de un chico que me hiciera reír. 
Un día, estábamos todos sentados en ronda y sus ojos cruzaron los míos, y yo me quedé ahí, sin poder escuchar nada, ni moverlos, ni despegarlos, solo lo miraba como si se hubieran quedado atascados en los suyos. 
Sí, lo amo, pensé, mientras hacía el esfuerzo de mirar otra cosa. 
Finalmente pude desviar la mirada pero se me escapó una sonrisa delatora. 
Ese día establecí mis estándares. Que me haga reír. Que me sea imposible despegar mis ojos de los suyos. 
Tenemos una regla con Frank que rompemos muchas veces. 
El no puede mirarme a los ojos mientras trabajamos, porque si lo hace yo no puedo mirar a otro lado.

Esta mañana, Sayed, con quién trabajo todos los días, me vio los aros de piedritas azules y me dijo "me encantan tus aros!". 
Yo me reí. Le dije que los usaba todos los días y que era gracioso que recién lo notara. 
Me fui y seguí trabajando. 
Cuando volví a pasar a su lado, Sayed dijo: "se necesita tiempo para que te guste algo en serio". 
Yo me quedé callada y lo escuché. Con mi corazón detenido. 
Sayed hablaba como si sus palabras cargaran con sabiduría. 
Y continuó: "tenés que mirar algo 3, 4 veces... después de varias veces, realmente lo ves, y te encanta". 
Me despabilé en un segundo. Entendí que seguía hablando de mis aros, pero me quedé pensando.
Primero pensé que era una señal. 
Que debía tomarme más tiempo para determinar si Frank me gusta tanto como creo. 
Pero después me acordé de todos los días que lo vi y no lo supe ver. 
A veces nos quedamos mirando los ojos del otro y suspiramos y él dice "cómo no nos vimos antes?".

1 comentarios:

Unknown dijo...

extraordinario

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